Seguiré soñando… Habrá fraternidad, tolerancia y empatía mañana.
Sueño con tantas cosas que a veces me sorprendo a mí misma pasada una hora, mirando por la ventana a un punto fijo o a la nada.
Quiero seguir en mis ensoñaciones, con la esperanza de que esto no está pasando: no estamos tan divididos, no hay bandos, no nos saltamos las normas, no hay odio, nos respetamos, no somos hipócritas y no criticamos lo que nosotros también hacemos. Porque lo hacemos.
Quiero ser una niña de ocho años que se siente segura y protegida, que admira a sus padres y a su profesora, pues quiere ser como ella. Porque somos su modelo a seguir, porque nos imitan, porque aprenden lo que ven, no lo que queremos que aprendan, y porque no pensarían jamás que lo que hacemos tiene algún mal.
Son inocentes.
Estamos ciegos pensando que nuestra futura generación, la que se va a quedar con este mundo, no escucha lo que decimos ni ve lo que hacemos. Por favor, intentemos mejorar. Transmitamos cosas positivas. Seamos ejemplo.
¿Alguien observa a los niños? ¿Sabe si nos están mirando y escuchando? ¿Alguien piensa qué les estamos transmitiendo? No nos damos cuenta, pero están rodeados de mala influencia. Los medios de comunicación ya no tienen filtro, ni horario. Hablamos delante de ellos, estamos normalizando el odio. ¿Qué ejemplo tienen nuestros pequeños en la televisión? ¿En casa? ¿En la calle?
Todos creemos ser los mejores padres, se lo damos todo, les creemos a pies juntillas, les enseñamos que son perfectos; pero les estamos quitando la infancia. Todos. Esta sociedad raruna en la que todo vale.
Cuando salgan de nuestros algodones no entenderán que no son ni los más guapos, ni los más listos. Que mentir no está mal. No querrán ser responsables de las consecuencias de sus actos, porque nunca aprendieron eso. No entenderán qué es un NO y se frustrarán.
Pero todo puede ser mejor mañana.
Sueño con tantas cosas…
Seguiré soñando.